Branding & Packaging

El packaging y el branding son dos de las piedras angulares de una marca. Ambos complementarios, ambos imprescindibles para los procesos comunicativos y ambos necesarios para generar confianza en el consumidor.  En este post vamos a acercarnos a la definición de cada uno ellos.

En primer lugar, partimos de la definición que hace la Asociación Española de Empresas de Branding:

“El branding es la gestión inteligente, estratégica y creativa de todos aquellos elementos diferenciadores de la identidad de una marca (tangibles o intangibles). Que contribuyen a la construcción de una promesa y de una experiencia de marca distintiva, relevante, completa y sostenible en el tiempo”

De este modo, entendemos por branding ese apetecible y complejo proceso de creación y gestión de una marca. Un proceso que culmina con la puesta en escena de nuestro ADN, de aquéllos valores diferenciales que nos harán competitivos, que otorgarán un carisma único y una autoridad perdurable a nuestra marca. Para llegar a ello, la planificación es esencial, el análisis de la competencia es esencial, el estudio de nuestro target es esencial. Así que un buen punto de partida será definir quiénes somos, qué imagen queremos proyectar a nuestro público y qué objetivos queremos alcanzar.

El branding exige analizar y definir diferentes elementos como el naming, la identidad visual, el tono, el mensaje, el eslogan, etc. Todo este conjunto de acciones y experiencias bien construidas y estratégicamente pensadas, ayudarán a crear una impronta en la mente de nuestro público, facilitando que identifique nuestra marca y cree un vínculo con ella.

Por otra parte, el packaging es ese otro elemento de comunicación del que se vale la marca para acercarnos el producto. El packaging debe necesariamente convivir con el contenido. Así, en los casos de productos alimentarios, por ejemplo, debe facilitar al consumidor la información que establece la legislación haciendo uso de unas directrices de diseño muy concretas. De ahí la importancia de saber jerarquizar adecuadamente los elementos que conforma el diseño y hacerlos convivir de manera coherente en un contexto único, capaz de cautivar al consumidor, capaz de representar los valores y el alma de la marca.

El packaging supone, en definitiva, el apetecible reto de crear y recrear un universo sugerente y repleto de particularidades. Supone el reto de impactar, de enamorar y de convencer al cliente. Y, ello, no se consigue únicamente con una propuesta visual atractiva si no con la inversión en propuestas estratégicas, que busquen posicionar el producto frente a la competencia, capaces de crear y evocar esas experiencias únicas que que representan nuestra marca.